Voy enderezando los caminos
que llevan al orden.
Poco a poco voy matando
la parte de mí
que se desparrama emocionalmente
en callejas sin salida,
en tierra de nadie.
Sin dejar de amar todo lo que amo
empiezo a tomar las riendas
de un corcel herido en los pesebres,
sin haber trotado todavía.
He abierto la puerta del establo
y al salir le prendo fuego.
Montada en el potro
le azuzo con los estribos:
-Corre hacia delante,
no mires atrás.-
Ese lugar ya no existe.
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