Volver siempre al mismo espacio podrido,
a las habitaciones repletas de ausencias.
Patinar por un cono deslizante
a velocidades vertiginosas.
Caer al vértice
solamente para coger impulso
y subir
subir
subir
con el solo objetivo
de ganarle espacio al infierno.
La casa es un laberinto de espejos cóncavos.
Si te paras, estás muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario