Yo te quiero sumiso
como un perro muerto de hambre,
atado en cruz debajo del Cristo
y babeando,
erecto
como un obelisco en medio de la nada.
Tanto te deseo
que el sexo se me quema
entre los muslos.
Y empiezo a desenclavarte,
a beberme toda la sal de tus poros,
toda la hombría de tu carne.
Mientras nos comemos la boca
te susurro al oído
penétrame
ahora.
ahora.
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