domingo, 24 de febrero de 2019

Manifiesto

El amor se escondía en los azogues mientras el miedo y sus cien mil variantes hacían malabares con las luces de mis espejos.

Cada día más cerca de mí, más lejos de todos.

Mantener los espacios protegidos fue tarea de titanes.
La vida pasaba por la cera de enfrente.

Y llegó la calma, tan esperada y tan vacía de sorpresas y tampoco era un lugar perfecto. Yo no estaba. Mi cuerpo y mi alma sólo eran muros de contención.

Cada día más cerca de mí, más lejos de todos.

No puedo daros nada y nada prometo. Quiero y no puedo, debo y no quiero.

Todavía queda un espacio con sol y viento, un hayedo, una cama ancha, algún amigo que ofrece su corazón y un sofá lleno de gatos.
Es ahí donde voy a reconstruirme.

Aprender a decir que no.
Aprender a decir.
Aprender.

Cada día más cerca de mí, más lejos de todos.

Arantza Gonzalo Mondragón


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