Soy una mujer valiente y también una niña asustada. La primera intenta tapar a la otra, que no puede llorar en ninguna parte.
El único miedo que tengo es a quedarme a solas conmigo misma. Me temo como una víctima a su verdugo.
Empieza el baile de títeres, el pase de modelos en pelotas y batas blancas. Como decía el título de aquella canción de los Frankie Goes To Hollywood: Bienvenidos a la cúpula del placer.
No me hagas caso, es sólo ironía, una coraza que me sirve para minimizar la rabia y escribir más elegantemente.
La realidad aquí y ahora es que reconozco que lo mío no son las carreras de 100 metros porque requieren fuerza y potencia. Lo mío es la maratón, pura y dura cuestión de resistencia.
No hay prisa, la meta no se va a mover.
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