Lo mío con usted,
caballero de luces y sombras,
ya se rumoreaba en las cuevas de Altamira,
ya estaba en el canto nocturno
del mirlo primigenio
que viajaba a lomos de saurios gigantes.
Porque el mar y el cielo eran los mismos
y no importan los siglos que pasaron
ni los que queden por venir.
Lo mío con usted
-que no es lo mismo que lo suyo conmigo,
ni lo nuestro-
tiene callados a todos los poetas del mundo.
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