a una triste rutina de carencias,
a un cúmulo de siglos
desangelados
y sigo aquí, esclava de la inercia
andando por un campo de granadas,
sin ases en la manga, con la mirada al frente
viendo de nuevo cómo barajea el destino
las cartas que jamás ganan ni pierden,
sino que solo abultan la baraja.
El amor es siempre un horizonte
nocturno
porque en la oscuridad también late la vida.
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