He navegado en un círculo depresivo
hasta convertirlo casi en perpetuidad,
he intentado darle mil intentos
a una quimera que yacía desgastada
en la madre de todas las Babeles.
Me he enfrentado a muchos personajes,
pero lo que me rompió la integridad
es que todos estaban en uno solo.
Es el juego del gris:
en sus infinitos matices
no hay una cienmilésima de certidumbre.
Secuestro el corazón coraza de Benedetti,
me levanto fuerte desde la casi tumba
como un pájaro que arranca a volar
con las alas a trozos que peleo con el fango.
Al fin levanto el puente
que marcará la distancia definitiva,
lo construyo con mármol de olvido
y cemento de esperanza.
Desde las estepas de un yo diezmado
auguro tiempos de calma,
mientras la memoria empieza a archivar
una historia de amor jamás contada.
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